martes, 19 de diciembre de 2006

Sub terra.

Humo rojo sale de mi boca ensangrentada, muy silente,
de mi saliva traicionera que cae como mares por mis dientes, encarada,
y me tiño de colores vivos;

La sangre que fluye por mis venas, el azul de mis dos ojos retorcidos.

Tres tréboles de siete hojas y no cuatro crecen dentro mío,
y el olor de tierras húmedas, inundan mis sentidos naturales,
mientras los perversos, me poseen sin quererlo.

lombrices de tierra sin cuidado se retuercen dentro mío,
ruedan colina abajo por mera diversión, por placeres subterráneos,
y sus crías se alimentan por allá en los subsuelos en que yazco entumecido.

Ciudades perturbadoras.

Sangre furia,
mujeres por los aires,
sexo con lujuria,

temes que me temes,
y las leyes pierden ordenes sin establecer ninguna/.

lentamente, nos convertimos lentamente, muy lentamente en caos,
como caos fuimos eso lo seremos siempre,
en lo eterno y reencarnado, una vida de budista apasionado.

las incoherencias, las inconexiones,
son las lecciones hoy bien recibidas por tu mano primitiva
y de tu vida nada más,
nada más ni que decir, ni hacer...,

de ella solo queda un triste puñado de cenizas,

tristes cenizas que te empañan la mirada
y te convierten en ocasos/.

murciélagos dantescos
visitan sus moradas montañosas,
y las mujeres que han amado les lavan
la mirada tal cual han nacido en estas vidas dolorosas.