jueves, 30 de noviembre de 2006

La habitación oscura.

Mi error fueron las toxinas que ingerimos como locos fuimos,
envenenó mis pensamientos, y al parecer los tuyos confundidos,
al igual que de los míos, no los hubo, llantos, miseria y culpa.

los gritos que te regalé sin entender los clausuro
y el dolor que yo me dí,
es el dolor que me causaste, que sufrimos,
que sufrimos juntos pero sin saber de su existencia.

fuiste lo mío y yo lo tuyo
y lo perdimos todo por la droga desafiante,
furiosa, tu y ella, con una rabia fuera de este mundo,
que finalmente padecimos.

El fin de la existencia, de la nuestra,
la quemazón de nuestro amor que alguna vez juntos compartimos
y que aún existe en las entrañas de mis sueños mas profundos y felices/...


Aun yo te deseo, a ti,
y te busco dentro de mi alma, desesperado, mi maga sin nombre aún,
y ya este caos que se esfuma, solo existe en una memoria que releo
en el pasado, que inmisericorde miro con tristeza y con respeto fatuo,
primigenio, que se mete en las entrañas de la vida, de la mía y de la tuya,
y también en la de muchos.

ya no existes más, tú, veneno inmortal,
solo estás en las almas desvalidas que no supieron levantarse ante tu peso,
y su triste decadencia de dolores siempre eternos, muchas veces sin salida.

tu corazón es lo que anhelo, mujer, tus ojos,
y tu sonrisa cautivante y carmesí, viva, llena de poesía y del alma mía,
tu amor, que el mío es tuyo
y siempre tuyo lo será,
yo ahora aquí te lo brindo en este dolor,
lo emano para siempre al mundo en el que vives, aún.

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